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Las lluvias de Estocolmo
Cerrar las puertas de nuestra casa no siempre nos pone a salvo del peligro. A veces nos deja a solas con él. La indefensión se exacerba cuando la amenaza proviene de quien menos lo esperamos. Las interrogantes de siempre —¿qué hacer?, ¿dónde encontrar ayuda?— ya no tienen cabida.
Las víctimas de Las lluvias de Estocolmo aprenderán, de la peor manera, que hay preguntas que tienen una sola respuesta y no valen la pena ser formuladas. Ni la familia, ni Dios habrán de ayudarles. Tendrán que enfrentar, a su modo, la violencia física, sexual y psicológica que emana a diario desde cada rincón de su hogar para hallar la manera de sobrevivir a una existencia que dista mucho de llamarse vida.
En situaciones extremas, la amistad y el amor trascienden su valor sentimental y se convierten en válvula de escape. Cuando no hay de donde asirse, una rata o una historia lejana pueden ser las mejores opciones. Eso, si antes el cielo no se rompe y la lluvia arrastra sangres y traumas.
Historias de la corte sana
Una prostituta aprovecha la buena fortuna de una excolega de profesión, ahora casada con un importante noble, para urdir un chantaje y, de camino, exponer la podredumbre de una corte que tiene de todo menos buena salud. Infidelidades, traiciones políticas, monstruos legendarios, héroes embusteros, amores difíciles y muchas cabezas cortadas pululan por este puñado de cuentos que se entretejen para adentrarnos en un mundo que, no por lejano en época y geografía, deja de ser sospechosamente parecido al nuestro.
Los lectores de Historias de la corte sana concuerdan en que sus historias son una denuncia, entre líneas, de los males que aquejan a la sociedad moderna. Los reyes simbolizan dictadores políticos; los aldeanos, personas humildes; las cortesanas, mujeres que sobreviven a como dé lugar; el escriba, un periodista echado a menos; y las disposiciones reales más absurdas, las leyes no menos absurdas que rigen el mundo actual.
Pero cuidado, en la corte nada es lo que aparenta. Cada movimiento debe ser calculado con astucia porque el más mínimo error se paga con la muerte. Y lo peor es que nunca se sabe cómo llegará la estocada mortal. Puede ser el hacha del verdugo o el puñal que esconde la persona con quien duermes.
A escondidas de la memoria
Son nuestros peores actos. Asesinato. Traición. Envidia. Perversidad. Fracaso. Y todos ellos se dan cita en las entrañas de este puñado de cuentos con la terrible intención de recordarnos que somos imperfectos.
Aceptar la lectura de A escondidas de la memoria es aceptar el desafío de quiénes realmente somos. Una imagen que no se refleja en ningún espejo, pero nos acompaña a donde quiera que vamos.
No, no es una opción exclusiva para inocentes. Se trata de una aventura para todos pues todos, al final, seremos tratados como culpables.
Para llegar a la última página se necesita valor y no poca temeridad. Porque cada frase, cada línea, cada palabra… descubre un libro que crea complicidad y que, una vez leído, nadir podrá mantener jamás a escondidas de la memoria.
(Pen)últimas palabras
Historias de acechanzas y sortilegios. Así se define, en su prólogo, este inquietante puñado de cuentos, donde sus personajes siempre están al límite de sus propias existencias.
Desgarradoras experiencias que los ponen a prueba y nos obligan a nosotros mismos a cuestionarnos cómo reaccionaríamos en sus circunstancias. Ya sea metidos en una trinchera, lidiando con la muerte de un hijo, esperando a nuestra víctima al borde de la carretera o reflexionando sobre las posibles consecuencias de un aborto. Tramas que se entretejen para demostrarnos la fragilidad de la naturaleza humana ante la inmensidad del universo que habitamos.
Se trata, sin duda, de una lectura que representa un desafío y nos puede llevar, después de practicarla, a no ser otra vez la persona que hasta entonces fuimos.
El nieto del lobo
En 1900, Jack London publica su primer libro: El hijo del lobo. Exactamente un siglo después, alguien hurta su apellido para debutar públicamente con El nieto del lobo. ¿Homenaje o pago de deuda?
Personajes en situaciones extremas se ven ahogados por la toma de decisiones, las traiciones, el enojo, las enfermedades, los celos, la angustia y todas las quimeras que nos asedian, ya no desde los bosques de Alaska, sino en la calle, la oficina o nuestro propio hogar. A la vuelta de cada historia la víctima puede ser victimario y nada se muestra en blanco y negro.
En este volumen de cuentos la realidad más cruda obliga al hombre a desafiar los peligros y dilemas existenciales que antaño enfrentaron las fieras.
El nieto del lobo no promete una lectura fácil y sin consecuencias. Se trata de una apuesta, un riesgo, una aventura, de las que saldrán triunfantes sólo aquellos que porten verdadera alma de lobo.