Patria y vida y unas ganas de joder del carajo

Patria y vida

«Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada». Todavía jode la frasecita que Fidel Castro le dedicó a los artistas cubanos que se dieron cita hace 60 años exactamente, en la Biblioteca Nacional.

Pues bien, resulta que ahora fueron otros artistas, también cubanos, los que le devolvieron la moneda y, de camino, las ganas de joder. El impacto y posterior alboroto que ha causado el tema “Patria y vida”, dentro y fuera de Cuba, demuestran un par de verdades: uno) la cultura hace más y mejor labor de oposición al régimen comunista que los llamados grupos disidentes; dos) el gobierno cubano hace tiempo que perdió la fórmula para renovar sus defensas y acude una y otra vez a estrategias tan arcaicas como inefectivas.

Lo curioso es que la canción, en sí misma, no presume de gran facturación artística. Su mayor logro consiste en reunir a tres artistas populares del momento para interpretar una letra que refleje el hartazgo político de buena parte de la población en el archipiélago: el dúo Gente de Zona, Yotuel —cuyo nombre siempre tendrá el respaldo de Orisha— y Descemer Bueno con todo y que, recientemente, Los Aldeanos lo llamaron «cederista de porquería» en un tema especialmente compuesto para él. Aunque tampoco seamos tan duros con el compositor de “Tus luces sobre mí” porque ¿acaso no fue Carlos Varela —el mismo que aseguraba vivir «alejado del trono y del dragón»— quien participó en el concierto Paz sin Fronteras (La Habana, 2009), organizado por el gobierno de Raúl Castro?

Fuera de esa combinación —y los deseos necesarios y bien logrados de joder mientras se pueda— hay poco que mencionar, artísticamente hablando. El ritmo no aporta nada nuevo y Yotuel insiste en que, de todas todas, nos demos una vuelta por los solares. Ya lo había hecho en “Cuba isla bella” —«yo te invito a caminar en los solares de La Habana»— y ahora repite el convite en este nuevo tema —«Hoy yo te invito a caminar por mis solares»—, bueno, de hecho, la letra de “Patria y vida” ni siquiera es completamente inédita pues aprovecha las cuatro primeras estrofas del tema “Ojalá pase” que Orisha estrenó junto a  Beatriz Luengo el año pasado —así se entiende mejor lo del doble dos (2020), algo confuso en 2021— y que si no recibió la misma atención de esta entrega fue porque los reflectores prefirieron apuntar a la disputa por derecho de autor que se presentó con el trovador Silvio Rodríguez y su canción “Ojalá”.

Rescato y destaco, eso sí, las citas al movimiento San Isidro, a la profesora Omara Ruiz Urquiola y a todos aquellos que, desde el interior del país —que es donde está la candela, nadie lo olvide— enfrentan al gobierno, de tú a tú, con las peligrosas y a veces mortales consecuencias que eso implica. Vale añadir el buen uso de las imágenes de apoyo en el video clip. Las escenas de represión ejercidas por la policía cubana y los actos de rebeldía ciudadana le dan un toque documental estremecedor, mucho más efectivo que una lágrima corriendo por la mejilla. Sobre todo para quienes tuvimos que soportar la versión edulcorada de una sociedad contestataria que, en la televisión y los medios de comunicación oficial, no pasaban de ser gusanos al servicio del imperialismo yanqui.

Llámenme exagerado o nostálgico, pero considero mucho más agresiva y mejor elaborada la composición “Nuestro día” —más conocida como “Ya viene llegando”— que Willy Chirino lanzó en 1991 y que se convirtió en un himno de esperanza para muchísimos cubanos. Y a pesar de su éxito, el buen ritmo, la complejidad de sus arreglos y la perspicacia de su lírica, la gente no salió a las calles a protestar ni tomó por asalto el Comité Central. Es más, treinta años después seguimos esperando eso que ya viene llegando.

Con “Patria y vida” no va a suceder diferente, pero a la élite del poder en Cuba le preocupa, en serio, las connotaciones políticas de cualquier creación artística, no importa de qué lado de la frontera se genere. No en balde le dedicaron tres páginas del periódico oficial Granma para intentar denostar su propósito y sentido de patriotismo. Sin duda, una atención que roza el absurdo si tenemos en cuenta la brevedad del diario. Súmese a ello las declaraciones orales y escritas que afloran aquí y allá, ninguna financiada —ese privilegio se lo endosan a Gente de Zona y compañía—, pero ninguna voluntaria, por parte de instituciones y representantes del gobierno.

La Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, por ejemplo, califica de «discurso musicalizado» el tema en cuestión. Y si así lo fuera, pregunto: ¿Qué eran entonces las composiciones “Girón, la victoria” de Sara González o “La marcha del pueblo combatiente” de Osvaldo Rodríguez? Ambos, grandes bardos de la Revolución Cubana, al menos hasta que el segundo buscó refugio en Miami.

Aquí se desprende un tufo de ironía que me niego a pasar por alto. Cuba, en infinidad de ocasiones, ha recurrido a la cultura para defender sus ideales y divulgar sus proyectos políticos, sociales y económicos. ¿O ya olvidamos a los Van Van y NG la Banda interpretando canciones ad hoc, durante las vacaciones de verano, para apoyar el trabajo “voluntario” en el campo? Y resulta que ahora le están pagando —o atacando— con la misma moneda. Cuando un gobierno saca sus perros de pelea para destrozar una canción —léase bien y con calma, una canción, no una sublevación, no un golpe de estado, no una declaración de guerra— el mensaje está claro: el temor ya se convirtió en pánico.

Para colmo, las argumentaciones esgrimidas por los medios de comunicación oficiales ya ni siquiera cuentan con la chispa cizañera de los años ochenta o noventa —¿se acuerdan del desmerengamiento del campo socialista?— El ingenio zumbón del cubano ha quedado aplastado bajo la palabrería sosa de sus exponentes que recurren al discurso manido, infectado por un chovinismo insulso y consignas rancias, en lugar de hacer gala de esos recursos oratorios que los distinguen cada vez que se presenta una crisis —me encanta la más reciente: reordenamiento económico, que sucedió al perfeccionamiento que a su vez sucedió al período especial; como todo en Cuba: para reírse y echarse a llorar—. Nada de eso. Más iniciativa se encuentra en las redes sociales, donde los usuarios empiezan a hacer de “Patria y vida” un movimiento social y comparten imágenes y frases y hasta íconos con los que adornan sus cuentas personales. A eso se le llama unidad.

Que nadie se sorprenda si de pronto en Cuba la radio comienza a transmitir una canción compuesta e interpretada por artistas del patio —imagino a Buena Fe y otros cuantos—, que servirá de respuesta a esta nueva creación sufragada por la mafia anticubana. El intento será fútil porque si algo no acaban de aprender en el Comité Central es que no importa quién firme la letra ni quien componga la música, no hay sonido que supere el llamado de la libertad.

Pero entonces, al final, ¿quién pierde y quién gana con “Patria y vida”?

Pierde el gobierno cubano que se ve rebasado, una vez más, por el empuje de los artistas y deja al descubierto su desespero por mantener a flote una ideología que hace aguas por todos lados, atacada desde adentro y desde afuera.

Ganan Maykel Osorbo y el Funky que, por primera vez en sus vidas, participan en un video capaz de superar el millón de visualizaciones en tres días. Todavía no se la deben ni creer.

Próximamente en Otrolunes.com

2 comentarios en «Patria y vida y unas ganas de joder del carajo»

  1. Luces y sombras en el escrito, pero como buen Martiano quiero ver más luces, hay una frase que haré mía, “en temor se está convirtiendo en pánico “.
    Retomando el tema del discurso, unos jóvenes con el grado más alto de la emergencia intelectual en Cuba, ya no caminan tras música y texto elaborados, prefieren su discurso simple y que les llega al corazón como el más bello poema épico. Esta es la realidad de hoy y será lícito échele mano. La canción con sus limitados acordes vuelve al ritmo y poco a poco la letra se cuela en sus corazones llenos de esperanzas.

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